Un poco de historia...

Cuando el Jardín del Luxemburgo fue asignado al Senado en 1879, los servicios de mantenimiento se repartieron entre el Ministerio de Obras Públicas y Bellas Artes y la Prefectura del Sena. La Presidencia del Senado disponía de su propio departamento para el Petit Luxembourg y los invernaderos de la Presidencia. Por razones de conveniencia, los dos departamentos se fusionaron y nació la Conservación de los Jardines del Luxemburgo.

Se encarga del mantenimiento de los jardines públicos, de la decoración de los espacios de recepción del Palacio y de la producción de todas las plantas de parterre, plantas verdes y plantas de flor. La calidad de las decoraciones florales y de la conservación es testimonio de la competencia del personal de jardinería, contratado por oposición y con un siglo de experiencia. La Conservación de los Jardines de Luxemburgo es también una especie de establecimiento hortícola, que produce cada año más de 140.000 plantas de arriate y 7.500 plantas de flor y plantas verdes.

Las colecciones de plantas de los invernaderos del Jardín del Luxemburgo siempre han gozado de cierta reputación en los círculos hortícolas. En 1919, contribuyeron a reconstituir las colecciones del Museo de Historia Natural y de la Escuela Nacional de Horticultura de Versalles.

Las plantas de los invernaderos de Luxemburgo y del Museo también se utilizaron para reactivar el cultivo del papiro en Egipto. Hoy en día, la colección más interesante es sin duda la de orquídeas tropicales, con más de 400 especies. Todos los sucesivos conservadores del Jardín del Luxemburgo se han apasionado por estas plantas, cuya difícil propagación requiere equipos y técnicas muy sofisticados. Los invernaderos del Luxemburgo son invernaderos de cultivo y no están abiertos al público. Sin embargo, se abren todos los años en las Jornadas del Patrimonio, y son visitados por varios miles de personas. La Conservación de los Jardines de Luxemburgo también dirige la Escuela de Horticultura de Luxemburgo.

Desde hace más de un siglo, los Jardines de Luxemburgo están adscritos al Senado, que los gestiona, supervisa y conserva. Las autoridades del Senado se han esforzado por mantener el jardín respetando su personalidad. Ciertamente, no es tarea fácil preservar la belleza y el carácter de un jardín que recibe hasta cien mil visitantes en determinados días de verano, y ejercer una vigilancia a la vez atenta y discreta sobre las casi 22 hectáreas abiertas al público. Gracias a su vigilancia y al afecto casi celoso de sus visitantes asiduos, el Luxemburgo sigue reuniendo "las flores más bellas del mundo en el jardín más bello del mundo" (Charles Péguy, Œuvres en Prose).